“No se puede iniciar una travesía sin conocer el destino y sin contar con los mapas y la orientación para llegar a él por el mejor camino”. Marina Müller
El largo camino de la educación de nuestros hijos suele ser en muchos casos, para los padres, una segunda oportunidad. Y digo esto, porque recordamos, practicamos, estudiamos contenidos que nos recuerdan a nuestro paso por los colegios y/o institutos.
Me refiero a una segunda oportunidad porque sucede que hacemos nuestros los deberes, hacemos nuestros los exámenes, hacemos nuestros los aprobados, los suspensos. Pero… ¿Los padres debemos de ejercer de profesores u orientadores?
Siempre he defendido una educación interactiva y por descubrimiento, no creo en el aprendizaje pasivo. Confío en que el futuro de la educación, de la enseñanza el rol del profesor cambie considerablemente hacia una perspectiva orientadora, dirigir el aprendizaje del alumno, moldearlo, con el objetivo de que el alumno/a aprenda interactuando, investigando, acertando, equivocándose.
Bajo estas premisas considero, aún dentro del modelo actual, un papel de los padres como orientadores, ayudando a descubrir, a aprender, a forjar herramientas y estrategias de aprendizaje útiles para su formación/aprendizaje.
Vamos a ver 3 claves para orientar a nuestros hijos en los estudios:
Primera,
–Los tareas son para ellos, en serio. Veo las tareas como el momento para “aprender” realmente, cuando el alumno/a se encuentra solo/a ante ellas, ahí es donde debe de sacar todo de sí mismo y plantear las tareas como una mini-investigación: revisar las tareas de clase, el libro, las explicaciones del profesor, comparar, buscar en internet… todo es válido, excepto que nosotros le resolvamos o expliquemos el problema o ejercicio. En lugar de eso, oriéntalo, dale pistas que le sirvan para que poco a poco vaya hilando ideas, contenidos, que sea él el que descubra por su propio esfuerzo, el que aprenda, el que se equivoque, el que acierte. Orientar no es hacer por él/ella. Orientar, recuerda, es ponerle miguitas de pan para enseñarle el camino, lo que hay al final, y como llego hacia él, tiene que descubrirlo él/ella.
Segunda,
– No caigas en el “no lo entiendo, ayúdame”. Pero si no lo ha leído, ni siquiera ha abierto el libro o la libreta, ¿ y ya está pidiendo ayuda? Él sabe que estás ahí, que eres su salvador/a. No lo hagas por él, ni siquiera se lo expliques, puedes hacer esto: motívalo y hazlo creer en él/ella misma, márcale una camino, dale unas pautas, unas pistas para que él mismo lo descubra, pero al mismo tiempo hazle ver que, dos cosas: es él el que lo tiene que hacer, pero al mismo tiempo tu estàs para orientarlo, para que no se pierda.
Tercera,
– No seas su juez: “¿Mamá/papá me preguntas?” . Ya lo sé…necesitan refuerzo, necesitan saber que se lo saben. De hecho hay algo escondido en esta acción que a los padres nos destroza, y es que cuando la noche anterior se lo preguntamos y se lo sabe a la perfección, va en el exámen y suspende. “Ahhhh.. tú viste que me lo sabía” toma ya! estás fastidiado. Vamos a apoyarlo, vamos a reforzarlo pero de otra manera, recordar que somos sus “coach”, sus orientadores no sus evaluadores, sus jueces, no vamos ni queremos dictaminar si se lo saben o se lo saben, que sean ellos mismos los que realmente sean conscientes de si se lo saben.
Prueba a hacer esto: Cuando llegue el momento que se autoevalúen; en una hoja blanco que escriban todo lo que han estudiado, que no se preocupen, lo que no sepan, que lo dejen en blanco, que no lo pongan. Al final del ejercicio, es fácil saber uno mismo, que tiene bien y que aspectos hay que seguir repasando. Nosotros,los padres, estaremos y actuaremos como notarios para corroborar la autoevaluación y apoyar su decisión. Pero, lo importante, es que sea él mismo el que descubre que esfuerzo ha hecho y si debe de seguir haciéndolo o no.
Por último, para cambiar el “chip”, un consejo, asume el rol de orientador, de coaching, no de profesor, piensa en él/ella y no en tí. Empieza a forjar una persona, capaz, resolutiva, con estrategias de aprendizaje.
¿Qué opinas? ¿Debemos ser lo padres profesores u orientadores?